jueves, 8 de junio de 2017

LA HISTORIA DEL SALAMI DOMINICANO












La oscura historia detrás del 



salami que acompaña el 


desayuno tradicional 


de República Dominicana












Relato  de un periodista de BBC sobre

 nuestro tradicional salami.


Estaba sentada en un café de hotel en la ciudad 

dominicana de La Romana cuando la camarera

 deslizó mi plato del desayuno frente a mí. Era

 un "plato típico", el desayuno dominicano que

 me obsequiaban por mi estancia.

Al verlo noté que era una pesada combinación 

de puré de mangú (plátano), huevos fritos, rodajas

 de queso frito y rebanadas de un crujiente,

 frito y extrañamente adictivo salami, lo cual 

parecía ser la última cosa que debería estar 

comiendo en un día sofocante.



Solo había estado en República Dominicana 

unos días y ahora sabía que este era el desayuno

 tradicional. Lo vi servido por todas partes, casi

 todos los días, y era francamente delicioso.

El salami es un elemento básico dominicano. 

Se come en trozos en espagueti con salsa de

 tomate, guisado con pimientos y cebollas, 

mezclado con arroz o en rodajas gruesas fritas.





Me lo sirvieron en cada una de esas variedades

 a lo largo de mi viaje. Era muy sabroso, pero 

todavía estaba un poco desconcertada.

Me preguntaba cómo una carne procesada 

se había convertido en un ingrediente tan 

básico aquí.







Parte de la popularidad del salami es debida 

a que es barato. Otra razón es el entorno, pues 

las fallas de electricidad y la falta de 

refrigeración hacen que tengan alta 

demanda las proteínas totalmente cocidas.

Pero cuando le pregunté a un médico 

estadounidense que había trabajado en 

República Dominicana durante décadas 

sobre la fascinación por el salami, dijo 

que había otra razón, una que involucra 

dos regímenes totalitarios, racismo profundo, 

el ingenio humano y la Segunda Guerra 

Mundial.

Con el paso del tiempo, le pregunté a 

dominicanos conocidos y desconocidos 

sobre el orígen, pero nadie sabía de 

ese pasado.

No fué hasta que oí hablar de una pequeña

 comunidad judía en la ciudad de Sosúa 

que encontré las pistas a seguir.

Eso me llevó al Museo Virtual Sosúa, un 

archivo histórico en línea de una pequeña 

comunidad de colonos en esa localidad con 

voces de sus residentes actuales y anteriores, 

sus hijos, y su creadora, Sylvia Schwarz.







Ella explica que es la hija de judíos europeos, 

pero creció en República Dominicana. Cuando

 sus padres, Egon y Hildegard, se trasladaron al 

país en 1947, fueron negociados de un régimen

 a otro, pero el país caribeño quería a los 

judíos ahí.



En la Conferencia de Evian de 1938, una 

reunión de líderes de 32 países y organizaciones

 privadas para tratar el tema de los refugiados

 judíos que huían del nazismo, el jefe militar 

dominicano Rafael Leónidas Trujillo Molina 

se destacó como el único líder mundial dispuesto 

a aceptar un número de asilados.



Pero sus razones eran políticas, no humanitarias.

Trujillo había masacrado a decenas de miles 

de haitianos durante un conflicto de seis días 

en octubre de 1937, un evento llamado la 

"Masacre del Perejil" o "El Corte", mientras 

que los haitianos la recuerdan como Kout

 Kout-a (el apuñalamiento).








Independientemente del nombre, fue un 

malévolo experimento del mismo tipo de 

limpieza étnica que estaba ocurriendo en 

Europa, y Trujillo estaba en gran necesidad 

de un impulso positivo de las 

relaciones públicas.

Una mezcla de carne de res y cerdo, el 

salami hecho en Ganadera de ninguna manera 

era kosher (que los judíos consumen y en la 

que no hay cerdo), y muchas de las familias 

judías que se establecieron en Sosúa 

criaron cerdos.








"Ellos no siguieron siendo kosher", dijo 

Schwarz de sus padres. "Después de que casi 

se muere de hambre, lo que puedas encontrar

 para comer se come, y no importa si es

 kosher o no".

Aunque Productos Sosúa fue vendida a la 

multinacional mexicana Sigma Alimentos 

en 2004, las raíces dominicanas de la pequeña 

cooperativa judía y los sabores que se 

popularizaron aún se pueden degustar en 

casi cualquier cocina en el país.

Así, después de ocho años y un sinnúmero 

de rebanadas de salami frito, por fin tuve 

mi respuesta.

Hoy en día, la historia de los colonos judíos

 de la AARD, de Ganadera y de Productos 

Sosúa casi se ha olvidado.






La mayoría de la gente visita Sosúa sin 

saber que lo que ahora es su zona 

principal de turismo (todavía llamada 

El Batey) una vez fue labrada por 

colonos judíos.









Pero cada dominicano, y cada persona que se

 ha sentado a tomar el desayuno tradicional, ha 

probado un poco de la marca que dejaron en 

uno de los pocos países en el mundo que 

estaban dispuesto a cobijarlos.




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