La oscura historia detrás del
salami que acompaña el
desayuno tradicional
de República Dominicana
Relato de un periodista de BBC sobre
nuestro tradicional salami.
Estaba sentada en un café de hotel en la ciudad
dominicana de La Romana cuando la camarera
deslizó mi plato del desayuno frente a mí. Era
un "plato típico", el desayuno dominicano que
me obsequiaban por mi estancia.
Al verlo noté que era una pesada combinación
de puré de mangú (plátano), huevos fritos, rodajas
de queso frito y rebanadas de un crujiente,
frito y extrañamente adictivo salami, lo cual
parecía ser la última cosa que debería estar
comiendo en un día sofocante.
Solo había estado en República Dominicana
unos días y ahora sabía que este era el desayuno
tradicional. Lo vi servido por todas partes, casi
todos los días, y era francamente delicioso.
El salami es un elemento básico dominicano.
Se come en trozos en espagueti con salsa de
tomate, guisado con pimientos y cebollas,
mezclado con arroz o en rodajas gruesas fritas.
Me lo sirvieron en cada una de esas variedades
a lo largo de mi viaje. Era muy sabroso, pero
todavía estaba un poco desconcertada.
Me preguntaba cómo una carne procesada
se había convertido en un ingrediente tan
básico aquí.
Parte de la popularidad del salami es debida
a que es barato. Otra razón es el entorno, pues
las fallas de electricidad y la falta de
refrigeración hacen que tengan alta
demanda las proteínas totalmente cocidas.
Pero cuando le pregunté a un médico
estadounidense que había trabajado en
República Dominicana durante décadas
sobre la fascinación por el salami, dijo
que había otra razón, una que involucra
dos regímenes totalitarios, racismo profundo,
el ingenio humano y la Segunda Guerra
Mundial.
Con el paso del tiempo, le pregunté a
dominicanos conocidos y desconocidos
sobre el orígen, pero nadie sabía de
ese pasado.
No fué hasta que oí hablar de una pequeña
comunidad judía en la ciudad de Sosúa
que encontré las pistas a seguir.
Eso me llevó al Museo Virtual Sosúa, un
archivo histórico en línea de una pequeña
comunidad de colonos en esa localidad con
voces de sus residentes actuales y anteriores,
sus hijos, y su creadora, Sylvia Schwarz.
Ella explica que es la hija de judíos europeos,
pero creció en República Dominicana. Cuando
sus padres, Egon y Hildegard, se trasladaron al
país en 1947, fueron negociados de un régimen
a otro, pero el país caribeño quería a los
judíos ahí.
En la Conferencia de Evian de 1938, una
reunión de líderes de 32 países y organizaciones
privadas para tratar el tema de los refugiados
judíos que huían del nazismo, el jefe militar
dominicano Rafael Leónidas Trujillo Molina
se destacó como el único líder mundial dispuesto
a aceptar un número de asilados.
Pero sus razones eran políticas, no humanitarias.
Trujillo había masacrado a decenas de miles
de haitianos durante un conflicto de seis días
en octubre de 1937, un evento llamado la
"Masacre del Perejil" o "El Corte", mientras
que los haitianos la recuerdan como Kout
Kout-a (el apuñalamiento).
Independientemente del nombre, fue un
malévolo experimento del mismo tipo de
limpieza étnica que estaba ocurriendo en
Europa, y Trujillo estaba en gran necesidad
de un impulso positivo de las
relaciones públicas.
Una mezcla de carne de res y cerdo, el
salami hecho en Ganadera de ninguna manera
era kosher (que los judíos consumen y en la
que no hay cerdo), y muchas de las familias
judías que se establecieron en Sosúa
criaron cerdos.
"Ellos no siguieron siendo kosher", dijo
Schwarz de sus padres. "Después de que casi
se muere de hambre, lo que puedas encontrar
para comer se come, y no importa si es
kosher o no".
Aunque Productos Sosúa fue vendida a la
multinacional mexicana Sigma Alimentos
en 2004, las raíces dominicanas de la pequeña
cooperativa judía y los sabores que se
popularizaron aún se pueden degustar en
casi cualquier cocina en el país.
Así, después de ocho años y un sinnúmero
de rebanadas de salami frito, por fin tuve
mi respuesta.
Hoy en día, la historia de los colonos judíos
de la AARD, de Ganadera y de Productos
Sosúa casi se ha olvidado.
La mayoría de la gente visita Sosúa sin
saber que lo que ahora es su zona
principal de turismo (todavía llamada
El Batey) una vez fue labrada por
colonos judíos.
Pero cada dominicano, y cada persona que se
ha sentado a tomar el desayuno tradicional, ha
probado un poco de la marca que dejaron en
uno de los pocos países en el mundo que
estaban dispuesto a cobijarlos.
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