lunes, 5 de junio de 2017

DR. LEONEL FERNANDEZ Y ODEBRECHT









Odebrecht y el combate 

contra la corrupción









En estos días la sociedad dominicana ha sido 

conmovida por la solicitud de la Procuraduría 

General de la República de imponer medidas de

 coerción a varios ex-funcionarios y legisladores,

 tanto del partido oficial como de la oposición, por

 presuntamente haber aceptado el pago de 

sobornos en contraprestación para la 

adjudicación de obras de infraestructura.


De conformidad con el acto de solicitud de la

 medida de coerción, en diciembre del 2016, la

 empresa multinacional constructora Norberto

 Odebrecht, había suscrito un acuerdo con el

 Ministerio Público Federal de Brasil, el

 Departamento de Justicia de los Estados Unidos 

y la Procuraduría General de Suiza, en el que 

reconocía que durante los años 2001 al 2014 

había realizado pagos en distintos países, con 

el fin de facilitar o asegurar la adjudicación 

de contratos para la construcción de obras 

de infraestructura.


Casi al mismo tiempo en que las autoridades

 judiciales dominicanas actuaban frente al 

denominado caso Odebrect, igual ocurría en

 Ecuador, en el que cinco ex-funcionarios 

también fueron acusados por el Ministerio 

Público de ese país sudamericano de haber 

incurrido en actividades ilícitas vinculadas

 a la empresa brasileña.


Pero, con anterioridad, ya se habían desatado, 

de igual manera, persecuciones en contra de 

funcionarios y ex-funcionarios en Perú, Panamá, 

Colombia, México, Argentina y Chile.


Era algo sin precedentes en la historia judicial 

de América Latina.


Normalmente, los casos tienen lugar dentro 

del ámbito territorial de un país, dentro de su

 jurisdicción nacional, o a lo sumo, entre 

dos países.


Pero ahora, como consecuencia de las 

reveladas actuaciones de Odebrecht, una 

empresa multinacional, de origen brasileño, 

se creaba una situación novedosa que desborda

 las fronteras nacionales.


Aunque hay razones para molestarnos 

e indignarnos, por la todavía falta de transparencia

 y debilidades en los mecanismos institucionales

 de rendición de cuentas, lo que ha acontecido 

es algo de una gran complejidad. Es algo sin

 antecedentes. Es la entrada a una nueva etapa

 transnacional del delito de cuello blanco, 

guiada por empresas multinacionales.






Corrupción Dominicana

En la República Dominicana, como en el resto 

de América Latina y el Caribe, la corrupción 

es tan antigua como nuestra propia historia.



En una aguda observación hecha en su libro, 

Crisis de la Democracia de América en la

 República Dominicana, el profesor Juan Bosch

 escribió: ¨En los países de América Latina, con

 muy pocas excepciones, gobernantes

 y gobernados ejercen la corrupción en la forma

 más natural, y la corrupción no se limita al robo 

de fondos públicos sino que alcanza a otras

 manifestaciones de la vida en sociedad.¨ Luego, 

refiriéndose a su período de gobierno, afirmó: 

¨Durante años y años, la corrupción había sido 

rampante, descarada y organizada desde lo más

 alto del poder público; no iba a ser fácil, pues

 acabar con ella.¨ Corrupción hubo durante la 

dictadura de Trujillo. Es más, se afirma que 

durante esa época ni siquiera existía la 

República Dominicana.


Lo que había era una Compañía por Acciones,

 propiedad de Trujillo, que llevaba el nombre 

de República Dominicana.


Durante la etapa del presidente Joaquín Balaguer, 

el saqueo de fondos públicos llegó, en un 

momento dado, a niveles tan alarmantes, que el

 propio mandatario llegó a decir, en frase célebre, 

que la corrupción sólo se detenía en la puerta 

de su despacho.


Yo mismo, hace más de 20 años, cuando fui 

escogido, por primera vez, como candidato 

presidencial del Partido de la Liberación 

Dominicana, llegué a consignar que el valor 

monetario de la corrupción en la República 

Dominicana era equivalente a cerca de 30 mil 

millones de pesos.


La corrupción, pues, a lo largo del tiempo, ha 

sido un elemento intrínseco de la vida pública 

en la República Dominicana, así como, en 

mayor o menor medida, en la generalidad 

de los países de América Latina.


Ahora bien, dentro de ese marco, ha sido 

el Partido de la Liberación Dominicana la 

organización política que, desde el poder, 

mayores contribuciones ha realizado para 

crear la estructura legal que haga efectiva 

la lucha contra la corrupción.


Fue en el artículo 46 de la Constitución 

del 2010, auspiciada por el PLD, que por vez 

primera se estableció, en forma clara y precisa 

en un texto constitucional, la condena a toda 

forma de corrupción en los órganos del Estado; 

la obligatoriedad de la declaración jurada; la

 pena de degradación cívica a las personas 

condenadas por delitos de corrupción; y la 

ampliación de los plazos de prescripción 

para su persecución.


Fue en los gobiernos del PLD que se aprobó 

la Convención de Naciones Unidas contra la

 Corrupción; la Convención Interamericana 

contra la Corrupción; la Ley de Función 

Pública; La Ley de Contraloría; la Ley de la 

Cámara de Cuentas; la Ley de Presupuesto;

 la Ley sobre Compras y Contrataciones de 

Bienes, Servicios, Obras y Concesiones; la Ley

 de Libre Acceso a la Información Pública; 

la Ley Contra el Lavado de Activos; la que

 instituye el Código de Ética del Servidor 

Público; la creación de Comisiones de Ética 

Pública; la creación del Consejo Asesor en

 Materia de Lucha Anticorrupción de la

 Presidencia de la República; la reforma y 

modernización de la justicia; y la elaboración 

del nuevo Código Penal, así como del 

nuevo Código de Procedimiento Penal.







En fin, a pesar de las debilidades institucionales

 aún existentes y de la justa indignación de 

importantes sectores de nuestra sociedad con

 respecto al flagelo de la corrupción, también 

es válido reconocer el aporte realizado por los

 gobiernos del PLD a la creación del entramado 

legal que permita su prevención, persecución 

y condena.

Corrupcion universal Pero no es sólo en la

 República Dominicana o en América Latina

 y el Caribe donde existe corrupción.


También hay corrupción en Rusia, donde luego 

del desplome de la primera revolución socialista

del mundo, apareció una mafia rusa con

 ramificaciones en distintas partes del mundo.


En China persiste la corrupción, a pesar de 

que se han ejecutado personas por ese hecho 

y a otras se les ha condenado a prisión 

de por vida. 


Los antiguos países de la órbita socialista de 

Europa oriental se encuentran entre los más 

corruptos del viejo continente, como son los 

casos de Bulgaria, Rumanía, Polonia, la 

República Checa y Eslovaquia.


Pero algunos de los países de Europa occidental, 

que tienen siglos de civilización, tampoco escapan

 al contagio de la peste social de nuestros 

tiempos. 

Tal es el caso de Italia, España y Grecia, 

pero también de Alemania y Francia.


En los Estados Unidos, los principales bancos

 del país son sorprendidos continuamente en la 

comisión de prácticas dolosas, como ha ocurrido

 con Wells Fargo; JP Mogarn Chase o Citigroup.


La opinión pública internacional quedó 

estupefacta cuando se enteró de que las agencias

 calificadoras de riesgo otorgaban categoría 

Triple-A, a los bonos creados con las hipotecas 

subprime o de alto riesgo, que llevaron a la ruina

 el sistema financiero internacional en el 2008; 

o cuando se destapó el escándalo Libor de

 manipulación de las tasas de interés en los

 préstamos interbancarios.


Empresas de gran prestigio internacional 

como la norteamericana Enron; la italiana 

Parmalat; y la alemana Siemens, se han visto

 envueltas en grandes escándalos por falta de

 transparencia en sus ejecutorias.


Hasta la Federación Internacional de Futbol,

 la famosa FIFA, no pudo patear el balón con

 transparencia y fue descubierta en una práctica

 continua, de años, de fraude, sobornos y 

lavado de activos.


Como podrá observarse, la corrupción está

 extendida por todo el planeta, y es tan vieja 

en su práctica que resulta incluso anterior a 

la época de cuando la Iglesia vendía el perdón

 de los pecados, es decir, las llamadas bulas de

 indulgencia, lo que provocó a tal grado la ira 

de Martin Lutero que terminó dando origen

 a la Reforma Protestante.


Ahora, en esta segunda década del siglo XXI, 

lo que ocurre es que debido a la magnitud, el 

perfil de los actores y la mayor visibilidad 

y frecuencia de actos de corrupción, las 

sociedades se han tornado más sensibles,

 y exigen, con razón, que se haga justicia.


Pero, además, se han desatado, en el ámbito 

internacional, nuevas dinámicas económicas, 

sociales y políticas como consecuencia de los

 persistentes niveles de desigualdad social;

 la expansión de una clase media urbana

 políticamente activa; las nuevas técnicas 

de comunicación y de movilización social;

 y el empoderamiento ciudadano y de 

organizaciones de la sociedad civil fruto 

de la nueva institucionalidad proclive a la

 transparencia.







Mientras tanto, en lo que atañe al expediente 

del caso Odebrecht, del que se encuentra 

apoderado un Juez de la Instrucción Especial

 de la Suprema Corte de Justicia, de lo que se

 espera es que el órgano judicial actúe, tal como

 se consagra en los Principios Fundamentales

 del Código Procesal Penal, con absoluta 

imparcialidad e independencia; en base al 

principio de presunción de inocencia: y 

sujeto al criterio de legalidad de las pruebas.


Y así, se hará justicia.



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