miércoles, 9 de agosto de 2017

DR. LEONEL FERNANDEZ... RETO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN RD.














El gran reto de los partidos 


políticos











Desde la desaparición de la dictadura trujillista, 

una de las dificultades que ha afectado a los partidos 

políticos dominicanos es el mantenimiento 

de su unidad interna.



A los dos meses de haberse decapitado la tiranía, 

el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), formado

 en el exilio, envió una delegación para iniciar los trabajos 

de organización de esa entidad política,  integrada por tres

 de sus más destacados dirigentes: Angel Miolán, Nicolás

 Silfa y Ramón Castillo.


Sin embargo, poco tiempo después, Nicolás Silfa 

se desprendía del perredeísmo, creando su propia 

organización política, el Partido Revolucionario

 Dominicano Auténtico; y lo mismo hacía Ramón 

Castillo, quien por sus acrobacias políticas 

fue rápidamente identificado como 

Món el Loco.



Luego de la Revolución de Abril de 1965 y la 

elección del doctor Joaquín Balaguer en 1966, 

surgen nuevos desprendimientos y divisiones en 

los partidos y organizaciones políticas del país.



En la izquierda, del Partido Socialista Popular (PSP)

liderado por la vieja guardia marxista, emergió una 

nueva generación que creó el Partido Comunista 

Dominicano (PCD).



Del Movimiento Revolucionario 14 de Junio 

se produjo una desbandada hacia el Movimiento 

Popular Dominicano (MPD) y el Partido Comunista

 de la República Dominicana (PACOREDO), al tiempo 

que se conformó una nueva corriente en su interior, 

conocida como Línea Roja del 14 de Junio.



Con posterioridad, de la izquierda dominicana se 

constituyeron, entre otras,  organizaciones como la 

Unión Patriótica Antiimperialista (UPA); el Partido 

de los Trabajadores (PTD); el Partido Comunista del 

Trabajo (PCT); el Movimiento de Izquierda Unida

 (MIU); la Liga Socialista; y la Fuerza de la 

Revolución (FR).











PRD, Reformistas y PLD



Sin embargo, ha sido del Partido Revolucionario 



Dominicano donde mayores divisiones se han 


producido en la historia de los partidos políticos 


de la República Dominicana. Se  han llegado a 


verificar hasta diez rupturas internas, desde su 


fundación en Cuba en el 1939.






   Pero desde su instalación en el territorio nacional, 

en 1961, hasta la actualidad, entre los conflictos de mayor

 trascendencia que han estremecido las filas del perredeísmo, 

se encuentran  la salida del profesor Juan Bosch y un grupo de

 dirigentes para formar el Partido de la Liberación Dominicana

 (PLD), en 1973; la ruptura de las relaciones entre el doctor José

 Francisco Peña Gómez y el licenciado Jacobo Majluta, dando

 lugar a la formación de dos organizaciones políticas: 

el Bloque Institucional Socialista Democrático (BIS),  

y el Partido Revolucionario Institucional (PRI).



Dos disputas posteriores, de significativa  importancia 

para la vida del partido blanco, la constituyeron la 

expulsión de sus filas del licenciado Hatuey Decamps, 

en el 2004, quien pasó a  formar el Partido Revolucionario 

Social Demócrata (PRSD);  y finalmente, en el 2014, 

con motivo de las diferencias irreconciliables entre los 

miembros de su cúpula dirigencial, dando lugar al 

nacimiento del Partido Revolucionario Moderno (PRM).


En lo que atañe al Partido Reformista Social Cristiano

 (PRSC), ni siquiera en el pináculo de su gloria  pudo el 

doctor Joaquín Balaguer evitar las discrepancias y  

escisiones dentro de su formación política.


Fue así que para las elecciones presidenciales de 1970 

fue desafiado por el entonces vicepresidente de la República

 y presidente de la organización política,  licenciado Francisco

 Augusto Lora, para la candidatura presidencial de ese año.



   Al final, Lora abandonó las filas del partido y creó su propia

 entidad política, el Movimiento de Integración Democrática 

Anti reeleccionista (MIDA), el cual se constituyó en el 

principal rival del partido del gallo colorao  en el certamen 

electoral de ese año.








El licenciado Fernando Álvarez Bogaert, luego de haber 

acompañado  al doctor Balaguer como candidato a la 

Vicepresidencia de la República en los comicios de 1982, 

 tanto en las elecciones de 1986 como en las de 1990, vio 

sus aspiraciones frustradas de ser el candidato reformista

 a la primera magistratura de la nación.



   Por esa razón  abandonó las filas de esa institución política


para constituir  el Partido de la Unidad Democrática, el cual, 

 estableció una alianza con el PRD  en el 1994, cuando el 

Doctor Peña Gómez ostentaba por segunda vez la 


candidatura presidencial del partido blanco.





Luego de la desaparición del doctor Balaguer del escenario


 político nacional, sus seguidores se han fraccionado en distintas



 corrientes o grupos, de los cuales han salido la Comisión 



Presidencial del ex-vicepresidente Carlos Morales Troncoso; 



el Partido Reformista Popular, del senador Amílcar Romero; 



el Partido Dominicanos por el Cambio del ingeniero Eduardo



 Estrella; el Partido Liberal Reformista del senador Amable 



Aristy Castro; así como las distintas facciones y grupos que



 actualmente pugnan por su control.





   Por su lado, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD)


 constituye un caso digno de estudio. Es, hasta ahora, la única


 fuerza política  emergente que ha podido consolidarse 


en el tiempo.




    No obstante, luego de su primera participación electoral, 


en 1978, experimentó un movimiento sísmico en su 



interior  que provocó  la salida de un núcleo importante 



de sus dirigentes, algunos de los cuales retornaron con 



posterioridad.










   Pero, a partir de ahí, se produjo un patrón de conducta 


en el que en cada proceso electoral en que el partido no salía



 victorioso, se producía un desgarramiento  interno debido a la



  expulsión o renuncia de dirigentes que formaban parte de 



grupos o corrientes.





Eso continuó ocurriendo así luego de las elecciones de 1986, 


1990 y 1994. Fue sólo a partir de los comicios de 1996, cuando 



 el PLD obtuvo su primera gran victoria electoral que la sangría



 pudo detenerse; y aunque en los veinte años que han seguido 



a ese triunfo electoral ha habido momentos de inocultables



 diferencias entre los miembros de su alta dirección, nunca 



esas diferencias han puesto en peligro la unidad 



de la organización.










El desafio del porvenir



Ahora bien, desde la reforma constitucional de 1994 que 


consigno la realización de elecciones presidenciales y 



congresionales y municipales en períodos distintos, los 



partidos políticos dominicanos se han visto envueltos en 



una dinámica que en lugar de contribuir a su unidad 



interna, ha sido una de las fuentes de su debilitamiento.






   En los últimos 20 años, desde 1996 a la fecha, en el país 


se han celebrado diez elecciones. Pero cada una de esas 



elecciones ha estado precedida, a su vez,  de procesos



 internos de selección de candidatos.





Eso  significa que en lugar de diez,  han sido, en realidad,  


veinte los procesos electorales, entre internos y externos, 



a que los partidos han tenido que someterse durante las



 últimas dos décadas.




Para las organizaciones políticas del país eso ha 


sido demoledor. Durante todo ese tiempo las principales 



energías de los partidos han estado concentradas, primero,  



en organizar competencias entre sus propios miembros, 



que a veces culminan en heridas que no 



logran cicatrizarse.












Pero, en segundo término, en participar en comicios 


electorales, en los cuales, de no obtenerse los resultados 



esperados, terminan en frustraciones y amarguras, que se 



convierten, además,  en la semilla de la discordia que 



procura identificar  a los presuntos culpables de la 



derrota, para de esa forma suscitar nuevas 



fisuras internas.












Desde el año pasado, 2016,  los partidos políticos, 


sin embargo,  asisten a  una nueva realidad. Por vez 



primera en veinte años no tendrán que someterse 



a elecciones tan continuas y extenuantes.





Ahora podrán disponer del tiempo, la calma y la 


serenidad para reencontrarse con sus valores y principios,



 reconectarse con sus bases de apoyo  y  renovarse  en sus 



vínculos con los distintos estamentos de la sociedad.





   Los partidos deberán comprender que con las transformaciones 


a nivel global, los cambios demográficos internos, el empleo 



de las modernas tecnologías digitales de comunicación y las 



nuevas técnicas de movilización social, hay nuevas formas 



de acción políticas a las que tendrán que adaptarse o perecer.





Para la generalidad de los partidos del sistema político, 


su principal desafío estará en descubrir no sólo sus 



potencialidades, sino al mismo tiempo sus propias 



debilidades, aquellas que durante años les  han hecho 



caer en un ciclo de adversidades, fracasos y  frustraciones, 



a fin de verdaderamente poder superarlas.  












Para el Partido de la Liberación Dominicana, el que ha 


sido, en plena democracia,  la fuerza política  dominante en 


las últimas dos décadas, su reto es al revés del de  los demás. 




 Consiste en saber administrar sus triunfos.




Para lograrlo, se requiere, con carácter de urgencia, que 


cada uno de sus miembros comprenda algo muy simple; 


y es que en la lucha política siempre se anteponen las 


necesidades del pueblo a las aspiraciones individuales.




De comprenderse esa realidad tan sencilla, que parece hasta 


una puerilidad,  estamos seguros que la estrella del PLD


 continuará  iluminando, por muchos años más,  el horizonte 


político nacional.






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